El Santo Dios como Trinidad
El concepto de Dios como Trino no se explica en ningún lugar del Nuevo Testamento, porque el Nuevo Testamento no es un manual de teología sistemática, sino una colección de memorias y cartas. No obstante, los elementos de las enseñanzas apostólicas que más tarde se combinarían en un todo coherente en la doctrina de la Trinidad están todos presentes.
Estos son: la enseñanza de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son distintos entre sí; que los tres son divinos y que hay solo un Dios. La doctrina de la Santa Trinidad tal como es enseñada por la Iglesia es simplemente el resultado de reunir estas enseñanzas separadas en un todo coherente.
Podemos ver esto insinuado en la fórmula bautismal que Cristo dio a Su Iglesia cuando ordenó que bautizaran a los conversos en el nombre (nota el singular) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). Estos tres difícilmente habrían sido reunidos bajo una sola cabeza y en un solo nombre a menos que los tres fueran igualmente divinos e iguales. La doctrina de la Santa Trinidad tal como la enseña la Iglesia es simplemente el resultado de reunir estas enseñanzas separadas en un todo coherente.
En los primeros días de la Iglesia, la combinación de estas enseñanzas en una doctrina de Dios como tres y uno no era pastoralmente necesaria. La Iglesia sabía que Jesús de Nazaret era Dios (compara la referencia de San Ignacio de Antioquía a él como "Jesucristo, nuestro Dios" en su epístola a los Efesios1), y aún así profesaba la creencia en un solo Dios. Fue solo cuando algunos dentro de la Iglesia comenzaron a producir comprensiones erróneas de la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que se hizo necesaria una presentación más sistemática. La Iglesia es una comunión de adoradores, no de analistas; solo emprende el examen de preguntas tan complejas cuando se ve obligada por la necesidad de refutar el error.
La doctrina de la Santa Trinidad tiene un aspecto experiencial. Encontramos a Dios el Padre sobre nosotros en el cielo, gobernando el cosmos y recibiendo nuestras oraciones. Encontramos a Dios el Hijo en medio de nosotros, ofreciendo a la humanidad unión consigo mismo a través del bautismo, y así también unión con su Padre con quien es uno. Experimentamos a Dios el Espíritu en nuestros corazones. La Santa Trinidad no es una doctrina abstracta; es la experiencia constante y salvadora de la Iglesia.
Footnotes
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San Ignacio de Antioquía, La Carta a los Efesios, el saludo. ↩