Lo que la Autoridad no es
La naturaleza autoritaria de las Escrituras como la Palabra de Dios no significa que las palabras de las Escrituras fueran dictadas mecánicamente por Dios a los escritores humanos, de modo que estos escritores fueran simplemente instrumentos pasivos o taquígrafos. Las Escrituras no son una especie de "escritura automática" en la cual Dios guió las manos de los autores bíblicos y ellos simplemente transcribieron lo que se les dio. Más bien, Dios utilizó las percepciones, dones, estilos literarios y objetivos de los escritores bíblicos para sus propósitos, de modo que el producto final de su trabajo fuera la verdadera Palabra de Dios. El resultado es que la Palabra de Dios es completamente confiable en todo lo que significa enseñar y completamente sin error. Pero también es completamente una obra de su tiempo, participando de la cultura y presuposiciones de aquellos a quienes se dirigió en primer lugar, para que pudiera ser completamente comprendida por ellos.
La naturaleza autoritaria de las Escrituras no significa que la cosmología o la ciencia contenida en ellas participe de esta autoridad. Las Escrituras enseñan autoritativamente exacta y precisamente lo que Dios pretendía enseñar, dando esta enseñanza en el idioma cultural y científico de esa época. Nunca se pretendió corregir la cosmología o la ciencia de su época. Así, por ejemplo, los antiguos creían que el sol giraba alrededor de la tierra, y las Escrituras no se preocupan por corregir esta visión ni por enseñar la ciencia descubierta desde los tiempos de Galileo. Las afirmaciones escriturales que hablan de que el sol se mueve alrededor de la tierra (por ejemplo, Josué 10:12-13; Salmo 18(19):5-6) deben entenderse como poesía antigua, una condescendencia cultural a la ciencia de la época.
Debemos considerar de manera similar las afirmaciones en las Escrituras acerca de que el cielo es sólido (Génesis 1:6-7; Job 37:18). Los antiguos creían que el cielo era sólido y que mantenía el mar celestial arriba sin que cayera sobre la tierra debajo, y las Escrituras reflejan tal punto de vista. Esto no significa que las Escrituras estén en error, sino solo que no se dieron para enseñar ciencia. Por lo tanto, los Padres de la Iglesia no estaban vinculados directamente con la ciencia de la época, ni leían las Escrituras como un libro de texto de ciencia. Consideraban que las Escrituras contenían lo que "nos sería útil para nuestra salvación".