“El pan nuestro sustancial dánosle hoy.”
El griego para la palabra que se traduce como "sustancial" o "diario, cotidiano" es epiousios. Es una palabra lo suficientemente rara como para que Orígenes pensara que quizás los Evangelistas la hubieran inventado (en Tratado de la Oración, 27.7). Orígenes no podía haber sabido del hecho de que aparecía en un registro de una cuenta doméstica en Fayum, Egipto, donde se refería a una asignación de alimentos. ¿Pero qué significa precisamente? En Hechos 16:11, encontramos en la nota de Lucas sobre el itinerario apostólico lo siguiente: "Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis". El griego traducido aquí como "el día siguiente" es epiouse. Por lo tanto, es razonable traducir el "pan epiousion" como "pan para el día siguiente" o "pan de mañana". Esta fue también la interpretación de San Jerónimo.
Esto significa que Cristo nos insta a rogar por lo que necesitamos para vivir otro día. No se nos ordena que oremos por suficiente pan para durar el próximo año, o el próximo mes, o incluso la próxima semana. Más bien, aunque podamos planear años por venir, debemos vivir un día a la vez. Esto es coherente con el resto de la enseñanza del Señor: "Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." (Mateo 6:34). Podríamos pasar por alto el humor judío sutil que se esconde en este consejo, ya que imagina a una persona preocupándose cada noche cuando se pone el sol, angustiándose por si el sol volverá a salir y ocurrirá mañana. Mañana no se beneficiará de nuestra angustia y preocupación. El Señor dice que vendrá puntualmente, sin necesidad de nuestra ayuda. ¡Relájate!
Santiago también dice lo mismo acerca de vivir en el presente y confiar en Dios. Tendemos no solo a preocuparnos, sino también a presumir. ¡Somos amos de nuestro destino! Decidiremos lo que haremos en el futuro. ¡De hecho, "Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos!" (Santiago 4:13). O tal vez no. Tal vez muramos esta noche y ninguno de esos planes de negocios y ganancias se materializará. Una buena forma de vivir reconocería la incertidumbre de todos nuestros planes y los escribiría, si no en agua, al menos con una tentatividad nacida de la humildad. Deberíamos decir: "Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello" (Santiago 4:15). Podemos planificar para el futuro, pero debemos vivir un día a la vez.
Esta fue la lección que Dios quiso enseñar a Israel incluso antes de que entraran en la Tierra Prometida. Cuando los cuidó en el desierto, los alimentó con maná. La provisión se daba todos los días, con suficiente maná solo para ese día. El maná del día siguiente se recogería al día siguiente, y si alguien intentaba recoger suficiente maná para dos días, el maná sobrante para el día siguiente se estropearía. La excepción confirmó la regla: en el día antes del sábado, se podía recoger el doble de maná, enseñando a Israel a descansar en el sábado, y en ese día solamente, el maná sobrante no se estropeó (Éxodo 16). Debemos confiar en Dios todos los días, sin presumir del futuro ni preocuparnos por él. Oramos por nuestro pan epiousion, suficiente para llevarnos a través de otro día.
También observamos que el término "pan" aquí se refiere no solo al material con el que hacemos bocadillos, sino a toda nuestra comida, a todo lo que necesitamos para vivir. En el mundo antiguo, "comer pan" significaba "comer una comida", que por supuesto generalmente incluía más que solo pan. Esta petición, por lo tanto, también incluye la salud que necesitamos para vivir. Más importante aún, como los Padres de la Iglesia rápidamente destacaron, esto abarca lo que requerimos para nuestra salud espiritual. En otras palabras, también incluye la Eucaristía. Así lo expresó San Cipriano de Cartago: "'Pan cotidiano' puede entenderse en sentido espiritual o literal,... En efecto el pan de vida es Cristo... Pedimos que se nos dé cada día este pan, a fin de que los que vivimos en Cristo y recibimos cada día su eucaristía como alimento saludable no nos veamos privados, por alguna, falta grave, de la comunión del pan celestial y quedemos separados del cuerpo de Cristo".1
También observamos en esta petición que el énfasis está en nuestras necesidades, no en nuestros deseos. Hay muchas cosas que deseamos pero que en realidad no necesitamos. Nuestras necesidades son en realidad muy simples. San Pablo nos da un consejo a todos, especialmente a aquellos en naciones opulentas: "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto" (1 Timoteo 6:8). Oramos por nuestro pan cotidiano, no por nuestro dulce de leche cotidiano. Esta petición reprende nuestra codicia y nos insta a vivir de manera sencilla.
Por último, notamos que nuestro pan proviene de Dios. Podríamos estar tentados a pensar que proviene de Walmart, es decir, que proviene de los agricultores y luego de los camioneros que lo trajeron de la granja a la tienda, y luego de los minoristas que llenaron los estantes y nos lo vendieron. Pero de hecho, nuestro pan proviene en última instancia de Dios, al igual que todo lo que recibimos en esta vida, incluyendo nuestro próximo aliento. Es por eso que le damos gracias cada vez que comemos. Todos somos mendigos en su mesa y dependemos completamente de él para absolutamente todo. La petición de pedirle nuestro pan epiousion nos recuerda esta bendita dependencia.
Footnotes
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† San Cipriano de Cartago, Tratado sobre el “Padre Nuestro” (opens in a new tab), 6. Pedimos el pan nuestro de cada día. Accecido 09/29/2023. ↩