El Lugar del Antiguo Testamento en la Vida Judía
Este vasto cuerpo de literatura sagrada adquirió una importancia renovada después del regreso del exilio, cuando muchos academicos creen que los libros fueron editados y recopilados. Fue entonces cuando Israel se convirtió verdaderamente en el Pueblo del Libro y comenzó a estudiar su literatura sagrada recopilada con un fervoroso interés y esperanza. Estos escritos no solo se convirtieron en un grupo disperso de rollos de su larga historia, sino en una categoría sagrada, "las Sagradas Escrituras". Durante la época de Cristo, la principal función religiosa de la sinagoga era leer, estudiar e interpretar esta literatura, ahora conocida colectivamente como la Torá, ya que se creía que estaba imbuida de la misma autoridad que se encuentra en la revelación original a Moisés en el Monte Sinaí.
Israel reconoció esta literatura no simplemente como literatura humana y las obras de los hombres, sino como la obra del Espíritu de Dios, quien vivía entre el pueblo de Israel e inspiraba a sus profetas. Por lo tanto, los judíos piadosos leían y meditaban en esta Ley, la memorizaban y la dejaban llenar su corazón. La fidelidad a la Ley era la clave para una vida de piedad que complaciera a Dios, quien dio la Ley a Israel. Un verdadero judío no solo visitaba el Templo y ofrecía sacrificios allí; también meditaba día y noche en la Ley de Dios. Esta Ley se volvió aún más importante a medida que Israel se dispersaba por todo el mundo romano: un judío que vivía lejos de la Tierra Santa quizás no visitara a menudo el Templo, pero siempre podía meditar y estudiar la Ley en la sinagoga, sin importar cuán lejos viviera de la Tierra Santa. Las Escrituras seguían siendo el corazón de su fe y su vida.