Conclusión

La Iglesia, el Cuerpo de Cristo, se caracteriza por una gran variedad de devotos creyentes cristianos, guiados por nuestros supervisores, reflejando juntos la presencia de Cristo en el mundo. Cada miembro tiene su propio papel dentro del Cuerpo, habiendo recibido dones otorgados por el Espíritu Santo, que usamos para edificar la Iglesia y avanzar en el Reino de Dios en la tierra. Mientras esperamos la venida de Cristo y la resurrección de las almas y cuerpos de los difuntos, experimentamos a Dios ahora a través de los sacramentos que nos sustentan. Nos esforzamos diariamente en el camino hacia Dios, que es la vida ascética. A través de nuestros esfuerzos y por la gracia de Dios, trabajamos para eliminar los vicios y cultivar la virtud, ya sea que vivamos en el mundo o hayamos elegido el camino monástico de vida. Dios, que nos ha dado todo lo que necesitamos para una vida de amor, devoción y redención, nos está llevando hacia Él, nuestra esperanza escatológica.