La Particularidad de Cada uno de los Evangelios
La Palabra escrita de Dios, la Palabra que nos transforma, es rica y variada. Muchos de los libros bíblicos más grandes contienen en su interior formas más pequeñas, como himnos, parábolas, visiones, y así sucesivamente. Esto también es cierto en los Evangelios. A medida que los escuchamos, llegamos a comprender que cada evangelio es una especie de macrogénero: incluye genealogías, pasajes de enseñanza, narrativas de la pasión, historias de sanaciones y milagros de Jesús, discursos apocalípticos, parábolas que Jesús contó, narrativas de la infancia en el caso de Mateo y Lucas, apariciones de resurrección, y mucho más. Papías, quien escribió alrededor del 125 d.C., es citado por el historiador posterior Eusebio como alguien que transmitió una tradición sobre los propósitos del escritor San Marcos:
Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba, pero no en orden de lo que el Señor dijo e hizo. Porque él no oyó ni siguió personalmente al Señor, sino, como dije, después a Pedro. Éste llevaba a cabo sus enseñanzas de acuerdo con las necesidades, pero no como quien va ordenando las palabras del Señor, más de modo que Marcos no se equivocó en absoluto cuando escribía ciertas cosas como las tenía en su memoria. Porque todo su empeño lo puso en no olvidar nada de lo que escuchó y en no escribir nada falso. [...] Sobre Mateo dice así: "Mateo compuso su discurso en hebreo y cada cual lo fue traduciendo como pudo".1

El Evangelio de Marcos, el más breve, se enfoca directamente en la misión de Jesús, omitiendo las historias de la natividad, y se compone en dos grandes movimientos que se superponen: la primera parte, desde los capítulos 1 hasta el 8, responde a la pregunta "¿Quién es este?" (respuesta: el Mesías); la segunda parte, desde los capítulos 8 hasta el 16, responde a "¿Qué tipo de Mesías es este?" al afirmar que Jesús, el verdadero Mesías, tuvo que sufrir y morir.
El Evangelista Lucas, al parecer, estaba consciente de que no todos los evangelios, tal vez incluyendo a Marcos, aspiraban a presentar las cosas en un orden estrictamente cronológico. Él menciona que uno de sus propósitos era investigar todo minuciosamente y componer una narración detallada con el fin de 'poner en orden' los acontecimientos. (De hecho, su obra es de dos volúmenes, con la vida de Jesús extendida en los Hechos de los Apóstoles, donde vemos a los apóstoles predicando el Evangelio y sanando, y el Espíritu Santo descendiendo sobre todos los creyentes). En contraste con la concentración de Lucas en ordenar todo el material que puede encontrar, el Evangelista Juan parece levantar el velo para que podamos ver el significado espiritual de un número selecto de historias y dichos. Para que no olvidemos toda la historia del pueblo de Dios, o la bienaventuranza de los padres y madres de Israel, el Evangelista Mateo se concentra en la continuidad entre las historias de los patriarcas, los reyes, el exilio y la venida del Señor. Aceptar a Mateo es rechazar la campaña de ese antiguo hereje Marción, que decía que nada del Antiguo Testamento tenía validez para el pueblo de Dios. Es recordar que el almacén de Dios tiene "cosas nuevas y cosas viejas" (Mateo 13:52), y que un sabio dueño de casa sabe cuándo sacar y deleitarse en cada tesoro.
Tenemos un testimonio cuádruple y complementario de los poderosos actos de Dios, y debemos estar agradecidos por la sabiduría de los padres al reconocer que necesitamos los cuatro evangelios. En los antiguos días de la Iglesia, un hombre llamado Tatiano compuso una armonía de los evangelios, llamada el Diatessaron2 (literalmente, "a través de los cuatro"), que intentaba combinar los cuatro evangelios en una narración continua. Este formato podría haber sido más lógico, pero ocultaba la riqueza y variedad de los cuatro evangelistas. No fue esta armonía racionalizada, sino los cuatro evangelios, con todas sus diferencias y complementariedades, los que fueron legados a la Iglesia, ya que los padres reconocieron cuáles escritos eran "canónicos", es decir, los que realmente comunicaban el canon de la verdad y la fe.
Footnotes
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† Eusébio de Cesaréia, História Eclesiástica. Livro III.XXXIX.14–15 ↩
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† La palabra diatesarón es del latin tardío diatessăron, y este del griego. διὰ τεσσάρων dià tessárōn 'a través de cuatro', en alusión al número de cuerdas o notas. DLE (opens in a new tab), Real Academia Española. ↩