El Lugar de la Septuaginta

La Septuaginta (también conocida como "Los Setenta" o numéricamente "LXX") es el término dado a la traducción de las Escrituras hebreas al griego durante el siglo III a.C. El proyecto llevó décadas y fue realizado por varios traductores diferentes. El proyecto fue algo controvertido (¿podrían las palabras de Dios ser traducidas? ¿No sufrirían inevitablemente una reducción de significado en la traducción?), y se contaban historias de cómo Dios mismo ayudó a los traductores, para que los judíos pudieran leer la nueva versión griega con la confianza de que estaba tan inspirada como el original. La historia dice que setenta y dos judíos, seis de cada tribu,1 fueron reclutados por Ptolomeo II en Egipto con el propósito de producir una traducción de la Ley para su uso en su biblioteca en Alejandría. Una versión posterior de la historia informa que los traductores estaban recluidos en habitaciones diferentes durante todo el tiempo de su trabajo, y cuando se examinó el producto final después de setenta y dos días, ¡se encontró que milagrosamente todos habían producido una traducción idéntica! Esta historia se utilizó para promover la nueva traducción como una que tenía la aprobación divina.

La calidad de la traducción en todo el proyecto de la Septuaginta varía considerablemente. La traducción de algunos libros bíblicos es muy literal, mientras que la traducción de otros libros es suelta y perifrástica. Las longitudes de los libros difieren de la versión hebrea actual, a veces de manera dramática: el libro de Ester tiene 107 versículos adicionales, el libro de Daniel tiene tres suplementos completos adicionales, el libro de Job es aproximadamente un sexto más corto en longitud y el libro de Jeremías es aproximadamente un octavo más corto, con el material muy modificado en su orden2. Además, la traducción del libro de Daniel produjo un texto tan confuso que más tarde fue rechazado por la Iglesia y fue reemplazado por una traducción del segundo siglo realizada por el traductor judío Teodoción.

Dado que no poseemos el texto hebreo original a partir del cual trabajaron los traductores de la Septuaginta, es difícil determinar cuán precisa es la traducción. A veces, el texto hebreo actual (llamado texto "masorético") representa el original con mayor precisión; otras veces, la Septuaginta conserva una lectura original más precisa. Esto se debe probablemente a la variedad de traductores de la Septuaginta.

A veces, la versión de la Septuaginta difiere de las citas del Antiguo Testamento por parte de los escritores del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo cita una profecía de Oseas 11 de la siguiente manera: "De Egipto llamé a mi hijo", e interpreta esto como una profecía de Dios llamando al niño Jesús de regreso de Egipto después de la huida de Herodes (Mateo 2:15). En la Septuaginta esta referencia cristológica desaparece, ya que dice: "Porque Israel era un niño, y yo lo amaba, y de Egipto llamé de regreso a sus hijos".

Otras traducciones de la Septuaginta claramente estaban motivadas por la preocupación de limpiar teológicamente el hebreo y no simplemente de traducirlo con precisión. Así, por ejemplo, en Éxodo 3:6, el hebreo dice: "Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios"3. El autor obviamente consideró que esto era problemático desde el punto de vista teológico, ya que parecía enseñar que se podía ver al Dios invisible. Por lo tanto, lo tradujo como "Moisés apartó su rostro, porque tenía miedo de mirar hacia abajo delante de Dios".4

A veces, las alteraciones con respecto al hebreo estaban motivadas por la delicadeza y no por la teología. En la versión hebrea, Proverbios 5:15 y siguientes disuade a los esposos de la infidelidad matrimonial con la exhortación a "beber agua de tu propia cisterna...Que sus pechos [hebreo dad] te satisfagan en todo momento; embriágate siempre con su amor"5. Esto era un tanto excesivo para el autor de la Septuaginta, por lo que se convirtió en algo mucho más suave y sanitizado: "Bebe aguas de tus vasos y de la de tus pozos fontana...y la propia te guíe y te asista en todo tiempo; pues, del cariño de ésta rodeado longevo serás".

Sin embargo, la mayoría de las veces cuando los escritores del Nuevo Testamento citan el Antiguo Testamento, citan el texto de la Septuaginta, y la Iglesia utilizó el texto de la Septuaginta cuando se lanzó al mundo gentil para predicar el Evangelio a todas las naciones. No es difícil entender por qué: en ese momento, el griego era la lingua franca internacional, comprendida por casi todos. Por lo tanto, la Iglesia necesitaba una versión griega de las Escrituras del Antiguo Testamento para su uso entre las naciones, y la Septuaginta estaba lista para ser utilizada. En este sentido, la Septuaginta se convirtió en el Antiguo Testamento de la Iglesia primitiva.

La persona promedio en el mundo mediterráneo no podía leer hebreo, y de hecho, la mayoría de los cristianos de esa época que leían la Septuaginta desconocían las diferencias entre la Septuaginta y el hebreo, y no está del todo claro que les importara supremamente incluso si estuvieran conscientes de ellas. Eruditos como Orígenes y Jerónimo conocían la diferencia e intentaron lidiar con ella lo mejor que pudieron. Es significativo que cuando Jerónimo produjo su propia versión, consultó y trabajó a partir del hebreo, llamándolo "la verdad hebrea", y no simplemente trabajó a partir de la Septuaginta. Por lo tanto, la afirmación de que "la Septuaginta es el Antiguo Testamento de la Iglesia primitiva" es cierta históricamente, pero no prescriptivamente. Nos dice con precisión lo que la Iglesia hizo, pero no necesariamente lo que debemos hacer ahora que tenemos más recursos disponibles.


Footnotes

  1. El cambio de setenta y dos a setenta en el título "Septuaginta" probablemente refleja una referencia a los setenta ancianos que ayudaron a Moisés y que recibieron el Espíritu Santo para equiparlos en su tarea (ver Números 11).

  2. Bruce Metzger, The Bible in Translation (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2001), 17–18.

  3. † Reina-Valera, 1960.

  4. † ἀπέστρεψε δὲ Μωυσῆς τὸ πρόσωπον αὐτοῦ, εὐλαβεῖτο γὰρ κατεμβλέψαι ἐνώπιον τοῦ Θεοῦ. Moisés, sin embargo, apartó su rostro, porque tenía miedo de mirar a Dios.

  5. † La Biblia Griega Septuaginta, Edición en Español, Natalio Fernández Marcos y María Victoria Spottorno Díaz.