Conclusión

Como cristianos ortodoxos, confesamos: "Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Trinidad consubstancial e indivisible". Creemos que este es el mismo Dios que creó el mundo y a los seres humanos y que continúa cuidando todo lo que ha creado; que se dio a conocer de manera personal e inmediata a sus discípulos en el hombre Jesucristo; y cuyo Espíritu, derramado sobre los discípulos en Pentecostés, vivifica y renueva a todos aquellos que vienen a Él en fe, a través del sacramento del Bautismo. Al convertirnos en hijos de la luz (Efesios 5:8): participantes por gracia en la santidad de la Trinidad indivisa, en el bautismo tomamos la cruz y seguimos (Lucas 9:23; Marcos 10:21), confiando en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para perfeccionar la obra que ha comenzado en nosotros.